El nuevo estudio de Science Advances demuestra que parar el calentamiento global no solo estabilizaría el clima, sino que evitaría más de 200.000 muertes y ahorraría más de 2.000 millones de dólares en apenas cinco años.
PARAR EL CALENTAMIENTO GLOBAL ES UNA CUESTIÓN DE VIDA O MUERTE
El cambio climático no es solo un problema ambiental. Es un problema de salud pública masiva. Así lo revela el nuevo estudio publicado en Science Advances (Rodés-Bachs et al., 2025), liderado por la científica Clàudia Rodés-Bachs, del Centro Vasco para el Cambio Climático (BC3) y el Centro Euro-Mediterráneo sobre el Cambio Climático (CMCC). Su conclusión es tajante: adoptar de forma inmediata políticas efectivas de emisiones netas cero podría salvar más de 200.000 vidas antes de 2030.
El análisis demuestra que el coste de no actuar será siempre mayor que el de actuar. Si los gobiernos aplicaran hoy medidas reales para frenar el calentamiento global, el planeta experimentaría no solo una reducción de gases de efecto invernadero, sino una caída inmediata de la contaminación atmosférica responsable de millones de muertes.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación del aire fue responsable de más de 4,7 millones de muertes prematuras en 2021. Enfermedades respiratorias, cánceres y patologías cardiovasculares afectan sobre todo a poblaciones urbanas y empobrecidas. El calentamiento global agrava ese círculo: más calor, más ozono, más partículas finas, más muertes.
El estudio calcula que China e India concentrarían los mayores beneficios. Allí se evitarían 84.000 y 73.000 muertes prematuras respectivamente antes de 2030. Pero los efectos positivos alcanzarían todos los continentes. Cada tonelada de CO₂ evitada mejora la calidad del aire que respiramos y el tiempo que vivimos.
UN BENEFICIO ECONÓMICO QUE DESMONTA EL MITO DEL COSTE CLIMÁTICO
El argumento de que luchar contra el cambio climático “sale caro” se derrumba frente a la evidencia. El equipo científico de Science Advances estima que cumplir los objetivos net-zero supondría un ahorro global superior a los 2.200 millones de dólares en menos de una década.
Ese monto incluye costes sanitarios evitados, productividad recuperada y valor estadístico de vidas preservadas. Pero lo más importante es que los efectos positivos empezarían a notarse en apenas cinco años. No se trata de una inversión a largo plazo, sino de un retorno inmediato en salud, empleo y bienestar.
Los investigadores emplearon la base de datos ENGAGE Global Scenarios y el sistema TM5-FASST para estimar los niveles de contaminación bajo distintos escenarios climáticos. Al combinar esas proyecciones con datos epidemiológicos globales, calcularon el impacto sanitario y económico de cada camino político.
El resultado es claro: la inacción mata y empobrece, mientras que la mitigación salva y redistribuye riqueza.
La investigación también advierte que las políticas climáticas deben incorporar objetivos de salud y justicia económica, no solo de reducción de emisiones. En otras palabras, la transición ecológica no puede ser tecnocrática, sino humana.
Rodés-Bachs y su equipo insisten en que los escenarios globales deben diseñarse atendiendo a las desigualdades regionales. China e India, por su carga contaminante; África, por su vulnerabilidad; Europa y EE.UU., por su responsabilidad histórica. Y recuerdan que los países más pobres no pueden asumir en solitario una transición que ha de ser global y justa.
Frenar el calentamiento global no es una opción moral, es una estrategia de supervivencia colectiva. Cada grado menos de calentamiento es también una morgue menos llena.