Sin ambición la COP no sirve de nada

Escrito por Resist.es — octubre 28, 2025
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La COP30 llega a Brasil con guerras, egoĆ­smos y promesas vacĆ­as: el planeta no puede esperar a la diplomacia.


EL CLIMA POLƍTICO QUEMA MƁS QUE EL CLIMA

En noviembre, los jefes de Estado aterrizarƔn en BelƩm do ParƔ para la COP30 con discursos cuidadosamente ensayados, pero con los deberes sin hacer. A diez aƱos del Acuerdo de Parƭs, el mundo sigue calentƔndose y la polƭtica sigue enfriƔndose. Lo que deberƭa ser una cita decisiva se ha convertido en otro escaparate de buenas intenciones y mala fe.

La profesora Lara LÔzaro, del Real Instituto Elcano, lo advirtió con frialdad académica: si alguien espera milagros de la cumbre, saldrÔ decepcionado. Y tiene razón. El foco político estÔ puesto en la seguridad económica y militar, no en la supervivencia ecológica. La emergencia climÔtica ha sido desplazada del centro del tablero por la inflación, las guerras y los intereses de los mercados.

El panorama es demoledor. Estados Unidos se retira por segunda vez del Acuerdo de ParĆ­s. La Unión Europea —que presumĆ­a de liderazgo verde— no ha presentado sus nuevos compromisos climĆ”ticos pese a tener el plazo vencido desde febrero de 2025. Y China, que emite casi el 30 % del COā‚‚ global, mantiene un discurso ambiguo: promete cooperación mientras expande su producción de carbón y cemento.

Nada de esto es casual. La acción climÔtica se ha convertido en un rehén de la geopolítica. Cada conflicto armado o guerra comercial entierra un acuerdo climÔtico. Mientras se gastan miles de millones en armas, el Fondo Verde para el Clima sigue sin alcanzar los 1,3 billones de dólares prometidos para 2035.

Las y los científicos llevan años advirtiendo de que la temperatura global se acerca peligrosamente al umbral de los 1,5 °C, el punto a partir del cual las olas de calor, las sequías y las inundaciones se vuelven incontrolables. Pero el tiempo político avanza mÔs lento que el climÔtico.


EUROPA SE PIERDE, EL PLANETA PAGA

BelĆ©m deberĆ­a ser el momento de cerrar la ā€œbrecha de ambiciónā€: ese abismo entre lo que se promete y lo que se hace. Sin embargo, la UE llega tarde, dividida y con una agenda mĆ”s orientada a la competitividad que a la sostenibilidad. La locomotora verde de Europa ha descarrilado en la vĆ­a del proteccionismo.

Bruselas intenta imponer su Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono, que grava las importaciones con altas emisiones. Sobre el papel, busca evitar la ā€œfuga de carbonoā€. En la prĆ”ctica, se percibe como una medida unilateral, proteccionista y anticomercial, especialmente en el Sur Global, que la ve como otra forma de colonialismo económico disfrazado de ecologismo.

Mientras tanto, el objetivo europeo de reducir las emisiones entre un 66 % y un 72 % para 2035 sigue sin concretarse. Y la propuesta de recortar un 90 % para 2040 es solo un borrador sin respaldo polƭtico firme. Si la UE llega a Brasil sin un compromiso claro, su liderazgo climƔtico quedarƔ en ruinas.

El retraso europeo es mÔs que simbólico. Envía un mensaje de desidia al resto del mundo. Si los países ricos no cumplen, los pobres no lo harÔn tampoco. La credibilidad del multilateralismo se evapora con cada excusa.

Y mientras los gobiernos discuten sobre fechas y porcentajes, la realidad avanza con la crueldad de los hechos: millones de desplazados climƔticos, cosechas perdidas, territorios arrasados por incendios y ocƩanos que se calientan mƔs rƔpido de lo previsto. La emergencia climƔtica no espera a las urnas ni a los tratados.

La COP30 deberƭa servir para algo mƔs que actualizar el PowerPoint del Acuerdo de Parƭs. Deberƭa imponer responsabilidades, no solo repartir culpas. Pero la polƭtica internacional funciona al revƩs: los paƭses con mƔs poder son los que mƔs contaminan y los que menos rinden cuentas.

Sin una hoja de ruta real para financiar la transición energética y garantizar justicia climÔtica, Belém corre el riesgo de ser otro ritual diplomÔtico vacío. Un congreso donde se habla de salvar el planeta mientras se firman nuevos contratos de gas y petróleo.

El mundo no necesita mÔs promesas verdes. Necesita desobediencia climÔtica, coherencia política y redistribución económica. Sin eso, la COP no es mÔs que una cumbre para espectadores del fin del mundo.

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