La COP30 llega a Brasil con guerras, egoĆsmos y promesas vacĆas: el planeta no puede esperar a la diplomacia.
EL CLIMA POLĆTICO QUEMA MĆS QUE EL CLIMA
En noviembre, los jefes de Estado aterrizarĆ”n en BelĆ©m do ParĆ” para la COP30 con discursos cuidadosamente ensayados, pero con los deberes sin hacer. A diez aƱos del Acuerdo de ParĆs, el mundo sigue calentĆ”ndose y la polĆtica sigue enfriĆ”ndose. Lo que deberĆa ser una cita decisiva se ha convertido en otro escaparate de buenas intenciones y mala fe.
La profesora Lara LĆ”zaro, del Real Instituto Elcano, lo advirtió con frialdad acadĆ©mica: si alguien espera milagros de la cumbre, saldrĆ” decepcionado. Y tiene razón. El foco polĆtico estĆ” puesto en la seguridad económica y militar, no en la supervivencia ecológica. La emergencia climĆ”tica ha sido desplazada del centro del tablero por la inflación, las guerras y los intereses de los mercados.
El panorama es demoledor. Estados Unidos se retira por segunda vez del Acuerdo de ParĆs. La Unión Europea āque presumĆa de liderazgo verdeā no ha presentado sus nuevos compromisos climĆ”ticos pese a tener el plazo vencido desde febrero de 2025. Y China, que emite casi el 30 % del COā global, mantiene un discurso ambiguo: promete cooperación mientras expande su producción de carbón y cemento.
Nada de esto es casual. La acción climĆ”tica se ha convertido en un rehĆ©n de la geopolĆtica. Cada conflicto armado o guerra comercial entierra un acuerdo climĆ”tico. Mientras se gastan miles de millones en armas, el Fondo Verde para el Clima sigue sin alcanzar los 1,3 billones de dólares prometidos para 2035.
Las y los cientĆficos llevan aƱos advirtiendo de que la temperatura global se acerca peligrosamente al umbral de los 1,5 °C, el punto a partir del cual las olas de calor, las sequĆas y las inundaciones se vuelven incontrolables. Pero el tiempo polĆtico avanza mĆ”s lento que el climĆ”tico.
EUROPA SE PIERDE, EL PLANETA PAGA
BelĆ©m deberĆa ser el momento de cerrar la ābrecha de ambiciónā: ese abismo entre lo que se promete y lo que se hace. Sin embargo, la UE llega tarde, dividida y con una agenda mĆ”s orientada a la competitividad que a la sostenibilidad. La locomotora verde de Europa ha descarrilado en la vĆa del proteccionismo.
Bruselas intenta imponer su Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono, que grava las importaciones con altas emisiones. Sobre el papel, busca evitar la āfuga de carbonoā. En la prĆ”ctica, se percibe como una medida unilateral, proteccionista y anticomercial, especialmente en el Sur Global, que la ve como otra forma de colonialismo económico disfrazado de ecologismo.
Mientras tanto, el objetivo europeo de reducir las emisiones entre un 66 % y un 72 % para 2035 sigue sin concretarse. Y la propuesta de recortar un 90 % para 2040 es solo un borrador sin respaldo polĆtico firme. Si la UE llega a Brasil sin un compromiso claro, su liderazgo climĆ”tico quedarĆ” en ruinas.
El retraso europeo es mĆ”s que simbólico. EnvĆa un mensaje de desidia al resto del mundo. Si los paĆses ricos no cumplen, los pobres no lo harĆ”n tampoco. La credibilidad del multilateralismo se evapora con cada excusa.
Y mientras los gobiernos discuten sobre fechas y porcentajes, la realidad avanza con la crueldad de los hechos: millones de desplazados climƔticos, cosechas perdidas, territorios arrasados por incendios y ocƩanos que se calientan mƔs rƔpido de lo previsto. La emergencia climƔtica no espera a las urnas ni a los tratados.
La COP30 deberĆa servir para algo mĆ”s que actualizar el PowerPoint del Acuerdo de ParĆs. DeberĆa imponer responsabilidades, no solo repartir culpas. Pero la polĆtica internacional funciona al revĆ©s: los paĆses con mĆ”s poder son los que mĆ”s contaminan y los que menos rinden cuentas.
Sin una hoja de ruta real para financiar la transición energĆ©tica y garantizar justicia climĆ”tica, BelĆ©m corre el riesgo de ser otro ritual diplomĆ”tico vacĆo. Un congreso donde se habla de salvar el planeta mientras se firman nuevos contratos de gas y petróleo.
El mundo no necesita mĆ”s promesas verdes. Necesita desobediencia climĆ”tica, coherencia polĆtica y redistribución económica. Sin eso, la COP no es mĆ”s que una cumbre para espectadores del fin del mundo.